lunes, 18 de julio de 2011

GALARLEIZ 2011

Cronica de mi hermana ANI


Este fin de semana acompañé a la familia (mis dos hermanos Santi y Samy Obaya y mi cuñada Eva González) a una de esas “locuras” (carreras de montaña creo que las llaman). Pensaba que me encontraría a “cuatro amigos”, y  la mitad un poco “pasaos”.
Y ¡oh sorpresa!:
Zalla, Sábado 17 por la tarde:
-“¿qué hay qué?” “¿1.500?” repito ¡1.500!
¡ 1.500 inscritos entre corredores, ciclistas y los de marcha!
¡No me lo puedo creer!
Pienso para mí: ¡Esta enfermedad debe ser más grave de lo que pensaba!
Entramos en el cine donde la organización había preparado una presentación de la carrera, fotos y vídeos de años anteriores, explicación de la ruta, consejos y  homenajes.
  El entusiasmo se contagia y se ponen los pelos de punta. Se intercambian saludos a conocidos, rivales, amigos,  y mucha ilusión.
Zalla, Domingo 18 a las 8 de la mañana.
  Allí los que no corremos, empaquetamos a familiares y amigos en los autobuses que les llevan a la salida. Nos quedamos mirando unos para otros, pensando, con los nervios del que no puede hacer nada mas que esperar que “su corredor” llegue en buena posición  o que  no  se descalabre o al menos que llegue.
Miramos el reloj, las 9 y media, ¡ya salen ¡ ¡ya salen! Sin poder ver la salida, me los imagino, viendo el entusiasmo del día anterior, que tienen que salir como los caballos salen de los bóxers en las carreras, disparados con todas las fuerzas y empujados por la adrenalina.
Cogemos el coche y nos vamos por la pista forestal al área  recreativa de  La Porqueriza.
Allí están  los amigos, las familias, niños, adultos, mascotas, todos esperando con ilusión para darle esa palabra de ánimo al “Suyo”, esa palabra que hará que se recupere, que saqué fuerzas  de nuevo , y que vuele hacia la meta.
El día nos sorprendió por frío y lluvioso. Y  todos nos poníamos nerviosos mirando para el cielo gris oscuro:
“¿Les estará lloviendo a ellos? ¿Caerá la niebla y se perderán? ¿Se habrán mojado ya y estarán pasando  frío? ¿Estará el suelo mojado, embarrado, resbaladizo, peligroso?”
Las miradas fijas en el camino por el que tienen que aparecer, mirando de reojo a los de la Cruz Roja, si están tranquilos es que no pasa nada. Si hablan mucho por el “walki”, mal asunto.
Se intenta escuchar la conversación, ¿saben ellos algo? Si quien va el primero, si alguno ha caído, si van con el tiempo previsto…
En la espera me hago hasta sangre en las uñas. ¡Qué nervios por dios!
Y empiezan a llegar los primeros, los de marcha, caminando y atreviéndose a correr un poco al ver que hay espectadores. Aplausos y gritos de ánimo. Y pensamientos, ná estos ná estos son los de marcha… espera un momento, ¡“estos” también van a hacer 42 km!
Se redoblan los aplausos y las palabras de ánimo y entonces, un grit0. ¡el primero , el primero! ¡Dorsal de color rojo!, “uno de los que corre”, creo que se llama Remigio, corre sin que pareciera que le costara, como si fuera ese su estado natural. Le admiras: va el primero, al segundo ni se le ve. Pero a la vez deseas (aunque no lo puedas decir por que sería muy feo) que se canse, que  el frío le pueda y baje el ritmo y le alcance “el Tuyo”.
 Al poco aparecen el segundo y el tercero, qué nervios, ¿quién es el tercero, quién es? ¿ Es mi hermano Santi, como esperábamos? ¿Qué ropa llevaba? ¿Es una camiseta azul? ¿ Va bien? La preocupación   aparece, sabiendo que salió con una ampolla enorme en una planta del pie que le molestaba ya antes de empezar.
“Si, si,  Santi es el tercero”. Corro un poco con él, lo empujo con el pensamiento y lo veo irse.
Comento con mi cuñada, ya tranquilas,” va bien, va bien”. Expectantes, vemos como el cuarto tarda en aparecer. Con alegría egoísta lo vemos pasar, sabiendo que lo tiene complicado para alcanzar a “Nuestro Santi”.
Y al poco aparece mi segundo hermano: Samy. De nuevo, su mujer y yo intentamos darle un empujón psicológico , nos alegramos al ver que no parece estar “sufriendo mucho” y que lleva un tiempo muy bueno  (De los “Nuestros” nos queda Eva, pero ya nos despreocupamos de ella, sabiendo que llegaría muy por detrás).
Viene la preocupación por un compañero (Fer) que ya tenía que haber aparecido y no aparece. Al fin pasa, comenta algo, no va bien. 
A mí me da miedo, una cosa es cansarse, hacerse alguna raspadura, agujetas,…, pero ¿y si pasa algo mas grave?
Miramos al resto de los espectadores  con orgullo y un pelín de maldad: “los Nuestros ya han pasado, vamos a verlos llegar a la meta. Que haya suerte para los demás”.
Por supuesto quieres que ganen los “Tuyos”, pero cuando ves los críos esperando a sus padres, las madres a sus hijos, los amigos, quisieras que pudieran ganar todos.
Después del frío y la lluvia, nos recibe de nuevo Zalla luminosa, con todo el pueblo  recibiendo a los corredores.
 Nos enteramos, que hemos llegado tarde, ¡que ya han entrado 10!!
Yo me vuelvo a sorprender, pero esta gente ¡¿a qué velocidad va?!
Pregunto aquí y allá. Sé que no es el  primero.
- “El segundo “’ -me dicen  con orgullo-“ es uno de aquí.”
 ¿Y el tercero, es Santi el tercero? Y de nuevo, la preocupación, si no es él el tercero, ¿le habrá pasado algo? ¿Estará bien?
Sale una ambulancia, preocupación de nuevo entre los que esperamos ¿para quién es?
Al fin, veo a Santi aparecer de la zona de duchas. ¡Si! Llegó el tercero, ¡ole mi hermano!, con ampollona en la planta del pie y todo.
Esperamos al siguiente de los Nuestros: Samy.
Observar la línea de meta es algo impresionante, las caras expectantes, de nuevo como si con el pensamiento y el deseo se pudiera conseguir que ese que se ve allá arriba y que aún no sabes quién es,  sea el “Tuyo”. Los niños, ilusionados, saltando la valla, gritando   ya incontrolables cuando sí que es “papá”  o “mamá” para entrar radiantes de orgullo en la meta junto a ellos.
Las emociones a flor de piel: La alegría y el alivio de los que esperan cuando ven aparecer al “suyo”, la cara iluminada del que llega, cuando oye los aplausos y encuentra  las caras conocidas, el cansancio desaparece, aparece la sonrisa y quizás de repente  la realidad de que sí, ¡sí ha llegado! ¡es la meta!  ¡es a ti a quien aplauden! ¡Lo has conseguido!
Los que salen disparados desde las filas de espectadores para  recoger  a los corredores al otro lado de la meta, abrazarlos, besarlos, asegurarse que están bien.

Ahí está Samy, antes delo esperado cansado  claro, pero bien, entero.
Nos relajamos, ya que a  Eva  no la esperamos hasta después de las 6 horas.
Cada vez llegan menos corredores y las distancias entre ellos se van alargando.
En la línea de meta, tras las vallas, se  intercambian las miradas, nos entendemos, todos esperamos,ya no somos el público, se hacen bromas para ocultar los nervios: “solo llevan 6 horas, eso es que no tienen prisa”…  .Ahora ya no nos importa el tiempo, solo queremos que lleguen.

 Ya pocos quedan para aplaudir, ya el público se ha ido, pero siguen llegando: Aparecen veteranos y veteranas, caminantes, bicicletas. Vienen cansados, algunos casi arrastrándose, pero llegan y ya nada mas importa. Me da pena, ya no hay aplausos ni vítores para héroes, su gesta ya no parece importante, pero les observo y veo la satisfacción del reto conseguido. Me maravillo de su fuerza voluntad y les aplaudo. Me miran curiosos, pensando que soy alguna conocida.
Llega “nuestra Eva”, contenta, lo ha conseguido por debajo del tiempo previsto.
Recogidos los regalos y premios, ya nos relajamos y descansamos antes de emprender el viaje de vuelta a casa.
Zalla, Domingo a las 16.30
Cuando nos vamos hecho una mirada a la línea de meta. El cronómetro de meta marca más de 7 horas. Solo queda una familia. Hay un niño de unos 9 años. Su cara triste mira incansable a lo alto de la cuesta por donde aparecen los corredores. Su desconsuelo me duele desde la distancia. Una mano le intenta dar ánimos, todo el grupo, se sonríe con  preocupación, ¿dónde está?  e intentan consolar al chiquillo.
Los nervios, el miedo, la tristeza, la preocupación, la impotencia de no poder ayudarles, la alegría, el orgullo y la satisfacción. Eso  es una carrera de montaña para “los que no corren”, para  los que incansablemente los acompañan carrera tras carrera, y sienten, sufren y celebran con “Sus corredores”.







1 comentario:

  1. Enhorabuena Santi por haberte recuperado tan pronto y volver a estar entre los grandes. Veo que cuando cunde el desanimo no hay mejor medicina que rodearse de la familia y vaya que si te has curao. También me gusto la crónica de Romon donde te valora y te aprecia, otro hermano mas. Y felicidades por el blog, me ayuda a ver las carreras desde el sufrimiento y alegrías de los de arriba.

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